Carlos González volvió ayer al ataque a su más puro estilo y consiguió lo que pretendía, que todo el cordobesismo, incluso casi toda la ciudad, hablara de su vuelta. Hasta el punto de que muchos ya piensan que está en Córdoba. Lo curioso del caso es que lo hizo en contradicción a sus principales dogmas de gestión durante su inolvidable y dañina etapa de algo más de seis años en el C
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