Es una obviedad que el fútbol es un deporte colectivo, donde un equipo debe trabajar como una máquina engrasada o como un reloj con el engranaje adecuado. O, al menos, ésa es la aspiración de todos ellos. Sin embargo, al final es la suma de las aportaciones o de los momentos individuales los que también hacen que un equipo brille.
En el discreto -o mal- arranque del Córdoba otra temporada
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