Con los vestigios aún del viento de levante del encuentro del Cádiz B, Raúl Agné cerró un ciclo para abrir otro y desvelar que sus cuentas de aquí al final de temporada pasan por "hacer paquetes de cuatro partidos". De manera que "si ahora repetimos el 10 de 12 del último, o hacemos unos números parecidos, estaría bien porque eso nos llevaría a estar arriba del todo".
Para ello lo p
Para seguir leyendo suscríbete
¿Ya estás suscrito? Inicia sesión
Opciones de suscripción
Cuatrimestral 2024
11,25€
12,95€
Cada 4 meses
Pago recurrente
11,25 € cada 4 meses (periódica)
PROMOCIÓN VÁLIDA HASTA EL 1 DE ENERO DE 2025
2 comentarios en “Los paquetes de cuatro partidos de Raúl Agné”
Había una vez una niña que vivía con sus padres en una granja. Era una buena chica que ayudaba en las tareas de la casa y se ocupaba de colaborar en el cuidado de los animales.
Un día, su madre le dijo:
– Hija mía, esta mañana las vacas han dado mucha leche y yo no me encuentro muy bien. Tengo fiebre y no me apetece salir de casa. Ya eres mayorcita, así que hoy irás tú a vender la leche al mercado ¿Crees que podrás hacerlo?
La niña, que era muy servicial y responsable, contestó a su mamá:
– Claro, mamita, yo iré para que tú descanses.
La buena mujer, viendo que su hija era tan dispuesta, le dio un beso en la mejilla y le prometió que todo el dinero que recaudara sería para ella.
¡Qué contenta se puso! Cogió el cántaro lleno de leche recién ordeñada y salió de la granja tomando el camino más corto hacia el pueblo.
Iba a paso ligero y su mente no dejaba de trabajar. No hacía más que darle vueltas a cómo invertiría las monedas que iba a conseguir con la venta de la leche.
– ¡Ya sé lo que haré! – se decía a sí misma – Con las monedas que me den por la leche, voy a comprar una docena de huevos; los llevaré a la granja, mis gallinas los incubarán, y cuando nazcan los doce pollitos, los cambiaré por un hermoso lechón. Una vez criado será un cerdo enorme. Entonces regresaré al mercado y lo cambiaré por una ternera que cuando crezca me dará mucha leche a diario que podré vender a cambio de un montón de dinero.
La niña estaba absorta en sus pensamientos. Tal y como lo estaba planeando, la leche que llevaba en el cántaro le permitiría hacerse rica y vivir cómodamente toda la vida.
Tan ensimismada iba que se despistó y no se dio cuenta que había una piedra en medio del camino. Tropezó y ¡zas! … La pobre niña cayó de bruces contra el suelo. Sólo se hizo unos rasguños en las rodillas pero su cántaro voló por el aire y se rompió en mil pedazos. La leche se desparramó por todas partes y sus sueños se volatilizaron. Ya no había leche que vender y por tanto, todo había terminado.
– ¡Qué desgracia! Adiós a mis huevos, mis pollitos, mi lechón y mi ternero – se lamentaba la niña entre lágrimas – Eso me pasa por ser ambiciosa.
Con amargura, recogió los pedacitos del cántaro y regresó junto a su familia, reflexionando sobre lo que había sucedido.
Moraleja: a veces la ambición nos hace olvidar que lo importante es vivir y disfrutar el presente.
Si es que el tal Samaniego, sabía lo que escribía…,. Partido a partido Sr. Agné, partido a partido. Saludillos patos y patoas.
yo creo que antes nos toca la loteria,las quinielas,el coronavirus ese que ganar este partido,ni al ultimo,que se olvide,cuando aprendamos el caton a lo mejor